Islandia se reinventa

Akureyri es una ciudad situada en Islandia de la que se pueden obtener una serie de ideas para cambiar nuestra forma de cuidar el planeta. Cuenta con una población de 18.000 personas y un sistema educativo innovador enfocado en crear un mundo mejor gracias a su universidad. Islandia es conocida por sus bajas emisiones procedentes de los hogares de sus habitantes, sin embargo, tenía cifras muy elevadas con respecto a las emisiones residuales del consumo sobre todo en el sector transporte.  Hace una década, generaron políticas medioambientales que han convertido a esta ciudad en uno de los lugares más sostenibles del planeta. Llegaron a este nivel luego de analizar los materiales residuales que circulaban por la ciudad y trataron de reintroducirlos en un nuevo sistema sostenible. Con estos estudios y estrategias consiguieron darles uso con un propósito nuevo a los materiales residuales.

Es conocido que en algunos países ya se ha creado un sistema de transporte público eléctrico más ecológico que el movido por gasolina. Pero deben saber que en Islandia han apostado por el aceite de cocina usado para mover el transporte público. Exactamente, ese con el que usted acaba de freír las papas. El sistema de transporte es público y gratuito para todos los habitantes, lo cual es un aspecto primordial de la cotidianidad en ese país. Este nuevo sistema permite que los desechos orgánicos se biodegraden y los nutrientes que quedan puedan ser utilizados en la actividad agrícola. De esta manera, no se emplean productos artificiales que perjudiquen el medio ambiente. Esta localidad ha ayudado a reducir las emisiones de gases que agravan el efecto invernadero. Igualmente, ha empleado recursos para campañas informativas sobre el agente contaminante del plástico y han logrado reducir significativamente su uso. Akureyri es entonces un referente mundial que lidera el sistema medioambiental en Islandia. Podríamos pensar que una ciudad mediana tan alejada geográficamente de los epicentros más contaminantes del planeta no aporta significativamente en los flujos de carbono y no impacta en el cambio climático. Sin embargo, su aporte es valioso y medible, además de innovador ante la posibilidad de crear un mundo más limpio.